Todos y cada uno de los equipos con los que he trabajado tiene su propia historia, que se expresa a través de una narración. Esta narración está construida con los momentos significativos que ha vivido el equipo y es fruto de la suma de percepciones de sus componentes. Puede ser de forma más o menos consciente, pero siempre, hay una historia o narración que se repite por los miembros. Esta narración da sentido de pertenencia al grupo, explica la realidad del equipo y crea seguridad a sus miembros, ya que es el marco des del que se trabaja y se actúa.

Las historias en los equipos responden a preguntas como, por ejemplo: quiénes/cómo somos, cómo nos ve la organización en la que estamos, qué es importante para nosotros, en qué somos buenos, qué podemos mejorar, qué creemos de la organización, y de los equipos con los que nos relacionamos, qué está en riesgo, etc…

Las condiciones de nuestro entorno socio-económico, la rapidez de los cambios, la necesidad de tomar decisiones inmediatas y el hecho de que los proyectos/servicios requieren de una mayor exigencia en los tiempos de implementación, hacen que hoy el trabajo en equipo sea clave y fundamental para la consecución de objetivos. Tanto si trabajamos en una organización, como si somos profesionales independientes, necesitamos formar equipo y, estas personas con las que nos unimos, de forma natural o determinada por la organización, forman nuestra red de relaciones profesional.  Es a través de la suma de todos los miembros que un proyecto tiene éxito o fracasa y, las narraciones que se explican, tienen una gran relación con los resultados que se obtienen.

A través de estas narraciones el equipo percibe aquello que sucede en su entorno, piensa y vive en unos determinados estados de ánimo con los que toma decisiones y realiza las acciones que considera. Por lo tanto, las acciones del equipo se derivan de las historias que se explican. Por ello, es de vital importancia hacer consciente al equipo de su narración, a la vez que revisar periódicamente aquello que nos contamos. Recientemente, me he encontrado con un equipo en el que todos sus miembros me explicaban vehementemente que la organización no los tenía en cuenta, que sólo se fijaban en los resultados, que ellos no contaban para nada y, además, que todo el trabajo que les reportaban los otros departamentos nunca les llegaba bien, que no les escuchaban. Estos pensamientos recurrentes del equipo mantienen a sus miembros anclados en unos estados de ánimo como la frustración, la impotencia, el victimismo y la desesperanza. Como resultado el equipo sobrevive, se blinda al resto de la organización y permanecen inmóviles, porque esa narración es la que les une. Y ese es el paradigma des del que el equipo se mueve.

Por ello, el primer paso es que el equipo se dé cuenta de la historia que se explica, para después, responsabilizarse de la narración. Ya que ha sido creada por la percepción de las vivencias de sus miembros, los juicios que se han hecho de las diferentes experiencias. Reconociendo ciertas situaciones y aspectos como vitales, al incorporarlos a la narración, mientras que otros han decidido no verse, porque no daban sentido a aquello con lo que el equipo define la realidad. Nuestro cerebro también funciona así, una vez que tenemos instaurado un paradigma, nuestra mente percibe a través de él y se limita a funcionar asociando todo aquello que concuerda con la narración, mientras que aquello que no da sentido, no lo vemos. O lo vemos únicamente desde la percepción actual. Por eso, cuando se necesitan hacer cambios, aparecen las resistencias, la más importante de ellas, aunque muchas veces pasa desapercibida es la resistencia a abandonar la narración que nos explicamos. Porque si la abandonamos, ¿quiénes somos, en realidad, como equipo?

Esta narración posibilita una serie de acciones pero también limita a realizar otras. Al hacer el ejercicio de ver todo aquello que no hemos querido ver hasta el momento e indagar de forma apreciativa en las fortalezas y en todo lo que sí funciona, empezamos a observar otros puntos de vista, otra realidad y, es desde aquí, que se pueden realizar acciones diferentes, que abren caminos e invitan al encuentro y la regeneración.

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