Vuelvo de un taller de dos días con un grupo de 25 maestros/profesores de la Institución Teresiana. En estos momentos me siento agradecida y re-inspirada.

La experiencia más poderosa del grupo en su conjunto fue un análisis profundo del sistema educativo, del que ellos son sólo una pieza. La principal conclusión: las muchas desconexiones que existen actualmente en el sistema y la sensación de que a menos que algo sustancialmente diferente suceda, las cosas van a ir a peor casi inexorablemente. La razón… la ausencia de diálogo generativo real entre todos los actores clave del sistema.

Todas las piezas que analizamos parecían querer ser el centro de atención, ocupando el lugar natural de los alumnos, asegurándose de que su voz era más fuerte que las de todos los demás y sus necesidades satisfechas antes que las de los otros. La principal esperanza… el sentido de misión profundamente presente en la sala, la conexión al propósito que llevará a estos maestros y profesores a continuar dejando una huella, a seguir trabajando primero en ellos mismos como pieza clave y contra todo pronóstico e incluso aunque no esté claro qué va a pasar con el sistema o a dónde va a ir a parar.

Este sentido de misión estuvo presente en las conversaciones que tuvimos y me ayudó a conectar con el mío y a recuperar la esperanza. Incluso si colectivamente parecemos haber olvidado «el camino a casa», hay puntos de luz en el sistema, personas que están dispuestos a hacer su parte para cambiar el mundo, empezando por ellos mismos.

Este sentido de misión va más allá del enfoque centrado en objetivos a corto plazo que vemos en todas partes y da lugar a líderes que miran hacia el futuro y cuya atención se concentra más allá de sus «dispositivos electrónicos». Este sentido de misión nos obliga a mantenernos abiertos y dispuestos a cambiar, a ser fuertes y resistente, a continuar recordando que nuestros juicios son sólo eso y a mantener el corazón abierto a pesar de todas las dificultades. Este sentido de misión eleva la calidad de «La conversación» en cualquier sistema y nos da el impulso para continuar sido parte de ella. También nos obliga a seguir buscando dentro de nosotros mismos para encontrar el mejor «nosotros» que tenemos para ofrecer.

«Nunca dudes que un pequeño grupo de individuos comprometidos puede cambiar el mundo; de hecho, es lo único que lo ha logrado», decía Margaret Mead, la antropóloga estadounidense. Este fin de semana he sentido que algunos de ellos estaban en la sala.

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia como usuari@. Si deseas más información, puedes leer nuestra política de privacidad. ¿Aceptas su uso?

ACEPTAR
Aviso de cookies