Dice un proverbio chino que el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. El poder de su metáfora hizo que, en 1976, el meteorólogo Edward Norton Lorenz lo usara para ilustrar su más importante descubrimiento: una mínima alteración inicial puede provocar consecuencias considerables a mediano y largo plazo. «¿El aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas?», preguntó a una escéptica audiencia. Y aunque no fue comprendido en aquel entonces, años más tarde su trabajo fue insertado en la cultura popular bajo el nombre de efecto mariposa.

Causa, efecto y transformación inscritas en una sola frase. Todo lo anterior es parte de la lógica que atraviesa el trabajo de una comunidad en México, un grupo de 57 educadoras y educadores que desarrolló un taller inspirado en una propuesta creada a más de ocho mil kilómetros de distancia, en Barcelona.  

El punto de inicio estuvo en 2018, cuando se realizó la segunda edición del programa Líderes Transformadores de la Educación, de la Fundación SM. Analuci Ayora, supervisora escolar de la zona 041 de Yucatán, fue una de las personas que llegaron a Barcelona a contar sus proyectos, en este caso, con un trabajo de prácticas narrativas. «Uno de los retos propuestos para ese ciclo escolar fue abrir espacios de reflexión de la práctica educativa a partir de cuestionar las relaciones de poder y de las historias únicas que contamos, no solo en torno al trabajo educativo, sino también sobre los niños y las niñas», explica.

En ese mismo encuentro, Joan Quintana, presentó el libro Educación Relacional: 10 claves para una Pedagogía del Reconocimiento que, según Analuci, le provocó «gran revuelo» debido a que concordaba con lo que su equipo y ella habían iniciado. «A mi llegada a Yucatán le propuse al consejo técnico de la zona convertirlo en un taller a partir del libro».

El estado de Yucatán fue considerado por la ONU como el de mejor calidad de vida de todo México, sin embargo, flagelos como la violencia de género, abuso infantil y abandono son tan presentes como en el resto del país. «Sabemos de abuso infantil por parte de abuelos, padres y padrastros, abandono de los niños y las niñas por la necesidad de empleo de sus mamás, quienes migran a las ciudades más grandes y a los lugares turísticos y dejan a los chiquitos y las chiquitas a cargo de sus hermanos mayores, que son menores de edad igual que ellos, o a cargo de sus abuelos o tíos», explica Analuci. Dentro de este contexto, la educadora y su equipo organizaron jornadas de trabajo que, siguiendo los lineamientos de la Educación Relacional, adaptaron sus propuestas a la realidad del grupo.

«Mucho se ha movido en cada uno de nosotros», asegura Analuci, muy satisfecha por los resultados que ya ve en su día a día: «me encanta que hablemos de acciones de reconocimiento, que reflexionemos sobre las alumnos y alumnos invisibilizados, que las próximas fichas para el fin del ciclo escolar hablarán de las fortalezas con que cuenta cada niño o niña y cada grupo, que el próximo proyecto de centro, al que llamamos Ruta de mejora, incluya la Pedagogía del Reconocimiento».

La Educación Relacional lleva varios años aplicándose en escuelas de España y Chile, y este caso en México demuestra una vez más la adaptabilidad e infinidad de oportunidades que se abren a partir de ella. Y aunque actuar desde el Reconocimiento puede generar efectos que, socialmente, no sean más significativos que un aleteo, a nivel personal son una verdadera revolución. En la suma, tal como demostraron los cálculos de Lorenz, estas «mínimas» expresiones pueden, efectivamente, provocar grandes cambios con el tiempo. Entonces, si una mariposa aletea en Barcelona, ¿puede provocar un tornado en Yucatán? Ya tienen la respuesta.

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